“La diferencia entre el fariseo y el santo es sobre todo ésta: el fariseo es amplio consigo mismo y estrecho con los demás; quiere obligar a todo el mundo a ir al cielo”.
– Obispo Helder Cámara

“…porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad”.
– Humberto Eco. El nombre de la rosa

“…la dictadura chilena se convirtió en un experimento de un nuevo diseño de sociedad basado entre la alianza entre el poder militar y una tecnocracia neoliberal laica o asociada al Opus Dei…”.
– Manuel Vásquez Montalbán. Marcos, el señor de los espejos.

José María Escrivá de Balaguer, fundador de la Opus Dei, escribió en 1939 el libro CAMINO. Para unos, el manual del perfecto católico, un “Kempis de los tiempos modernos”. Para otros, una obra en la cual “la alienación religiosa ha encontrado uno de sus más terribles alambiques.” Beatificado en 1992, fue santificado en 2002 por Juan Pablo II. Fue también el Marqués de Peralta, gracias a un título que compró en 1968. Su nombre (José María) él lo convirtió en Josemaría (suena más distinguido), el apellido Escriba, que no le agradaba, lo convirtió en Escrivá y añadió el “de” antes de Balaguer.

La Opus Dei es una organización de inmenso poder religioso, político y económico, acrecentado a niveles inimaginables gracias al apoyo de Juan Pablo II. Recordemos lo que sucedió en el gobierno de Durán Ballén con las principales dignidades eclesiásticas y a altos niveles gubernamentales y empresariales, sobre todo en la ciudad de Guayaquil; o lo que ocurrió en Lima con el cardenal Cipriani, intemperante, amigo de Fujimori y muy poco inclinado a la defensa de los derechos humanos. Lo que actualmente sucede en Ecuador, gobernado por un miembro de esta organización, me libera de todo comentario… Escrivá, recordemos, fue un gran aliado de Francisco Franco, durante y después de la guerra civil española.

La Opus ha tenido duros detractores, inclusive dentro de la Iglesia. Se autodenomina la “Obra de Dios”, mientras otros la consideran la “Santa Mafia” o la “Mafia Blanca”. Hay quienes ven en la organización un camino de perfección y salvación eterna, y existen quienes, inclusive católicos practicantes y convencidos, que piensan que es un grupo de control ideológico y de represión en lo individual, con enormes poderes e intereses y una organización cerrada y autoritaria. Ha sido vista como “la más fuerte acumulación integrista de poder en la Iglesia (…) el integrismo se esfuerza en comenzar a asegurar el poder político y social de la iglesia por todos los medios, visibles y ocultos, públicos y secretos”, según el teólogo Hans Urs von Balthasar. Al sacerdote ecuatoriano Agustín Bravo (de quien se ha tomado la cita) le parece que “la Iglesia tiene miedo al Evangelio” y que “se está dejando afectar por el peligroso síndrome del Opus Dei”. Alejandro Moreano opina que esta organización “se convirtió en una suerte de variante católica de la ética protestante (…) para legitimar las prácticas de las elites dirigentes de la banca, la industria, el Estado…”.

Unos piensan que Escrivá fue un santo; otros, un sicópata. Es muy recomendable leer sobre el tema las obras La prodigiosa aventura del Opus Dei, Génesis y desarrollo de la Santa Mafia, de Jesús Ynfante (Editorial Ruedo Ibérico, París 1970). Esta obra se publicó en Francia antes de la muerte de Franco, ocurrida en 1975. Ynfante fue perseguido y torturado por el franquismo, se exilió en París y volvió después de la muerte del Caudillo. Pueden encontrarse sus obras en Amazon.

En obras serias sobre la gestión de Juan Pablo II se pueden encontrar algunos datos interesantes sobre esta organización. Pedro Miguel Lamet ha escrito La rebelión de los teólogos y Hombre y Papa, Tad Szule El Papa Juan Pablo II, y el periodista español Juan Arias El enigma de Wojtyla  y Un Dios para el Papa. Una obra de lectura obligada es El poder y la gloria, del investigador inglés David Yallop.  Existe un libro basta muy favorable a la institución: Opus Dei, una investigación, de Vittorio Messori, quien, más que un “investigador”, es un periodista confidente del Papa, hasta tal punto que él escribió Cruzando el umbral de la esperanza.

El propósito del presente comentario es examinar algunos textos, términos, giros y frases del librito CAMINO. De este análisis se han obtenido deducciones y aproximaciones que merecen ser consideradas. Tómese en cuenta que los términos usados, las frases y los textos son del mismo Escrivá. De nadie más. En caso de duda, consúltese el libro.

Así como el “sujeto” de la psicología es el individuo y de la sociología la sociedad, los “sujetos” de la semiótica son los signos y sus significados; y de la semántica, las palabras y su sentido. La semántica general habla, por ejemplo, de analogías, asociaciones, desplazamientos, interrelaciones, significantes y significados, etcétera, dentro de un proceso evolutivo, eminentemente social. Se ha escrito que “toda palabra está ligada a su contexto” y que existe “interdependencia de nuestros conceptos y de nuestras palabras”.  Es obvio que la semántica no sólo puede ser analizada dentro de los procesos lingüísticos como tales. Es posible también considerarla como discurso o expresión de una persona determinada o de un grupo específico. Las palabras no son cosas: son un medio que sirve para comunicarnos y, por tanto, en el caso de las personas, están cargadas de lo que somos, pensamos o sentimos. “De la abundancia del corazón habla la boca”, se dice. “Por la boca muere el pez” también se repite… Esto le sucede a Escrivá: lo delata su propia boca. No existirían, pues, palabras “inocentes”, y tampoco las de este texto lo son… 

Por otro lado, el análisis de un texto es, sobre todo, un “análisis de contenido”, “cualitativo”, en el cual son importantes los contextos, las repeticiones, lo implícito, lo referencial, lo frecuencial (Revista CHASQUI-CIESPAL, julio-septiembre, 1989). Todo mensaje tiene una “intención”, explícita e implícita, y además una “estrategia de fondo” (Daniel Prieto, ANALISIS DE MENSAJES-CIESPAL). 

Los seguidores de Escrivá le consideran realmente un enviado directo de Dios: “La misión que Dios le había confiado” es una expresión que aparece en la presentación del libro. El mismo Escrivá ha asegurado haber recibido la inspiración divina. El autor, antes de empezar las cabalísticas 999 máximas de CAMINO, afirma que “estas confidencias las escucha Dios”. Un conteo por muestreo lleva a la conclusión que CAMINO usa alrededor de 700 veces el nombre de “Dios” —¿en vano?—, o su equivalente. No obstante, cuando fue beatificado, y luego santificado por el ultraconservador Juan Pablo II, al parecer las cosas no fueron tan santas. Al padre Damián, que murió leproso en 1889 después de una vida consagrada a estos enfermos, se demoraron noventa y cinco años en beatificarlo y ciento veinte y un años en canonizarlo. Murió en 1888 y lo declararon santo en 2009. A Ignacio de Loyola lo santificaron en 1626, setenta años después de su muerte. Es sabido que, por motivos puramente políticos y de imagen (en su juventud Wojtyla fue un aficionado al teatro), este Papa repartió beatificaciones y santificaciones como pan caliente. La revista CAMBIO 16 señaló que en el caso de Escrivá se alteraron muchos procedimientos e inclusive se dieron cuestionamientos dentro de la misma Iglesia Católica. La nómina de la mayoría de los “favores” y “milagros” atribuidos al santo Escrivá son inclusive ridículos y merecen poca credibilidad. Existen pequeños folletos con interminables listados de los “prodigios”. Un verdadero fraude jurídico, que es frecuente en la Iglesia Católica.  Otra simulación, facilitada por el mismo Juan Pablo, es la anulación de matrimonios católicos, una forma hipócrita de divorcio eclesiástico.

Del libro CAMINO, opina Jesús Ynfante, está lleno de “locuciones fijas y estereotipadas”, propias de una ideología dominante. “Su valor retórico o impreciso reside justamente en su vaguedad o inmovilidad semántica, su ambigüedad o capacidad para no decir nada preciso”. Aparenta ser definido por el carácter de las fórmulas lingüísticas escogidas. La misma Opus Dei es igualmente ambigua. En México a la OPUS la llaman ORNI (Objeto Religioso no Identificado). Por ejemplo, nadie duda que se trata de una organización religiosa, y lo es; pero “jurídicamente” no estuvo aprobada en el Vaticano como tal, sino como una institución secular, más todavía como Prelatura Personal del Papa —ninguna otra organización lo tiene— que la libera de la autoridad de los obispos. El Papa Francisco terminó en agosto de 2022 con esa irregularidad inaceptable en una organización jerarquizada. El teólogo Juan Martín Velasco ha dicho de Escrivá que “no podemos poner como modelo de vida cristiana a alguien que ha servido al poder del Estado y que ha usado ese poder para catapultar su Obra, dirigida con criterios obscuros —como una mafia de guante blanco— sin aceptar el magisterio papal cuando no coincidía con su manera de pensar” (se refiere a los enfrentamientos de Escrivá con Paulo VI y, muy en especial, con Juan XXIII). Después del Concilio Vaticano II Escrivá opinó: “El mal viene de dentro y de lo alto. Hay una real pudrición, y actualmente parece que el cuerpo místico de Cristo fuera un cadáver en descomposición, que apesta.”

(Continúa en la próxima edición)    

*Un comentario sobre el tema fue publicado originalmente en la revista Con/Texto (Quito), en julio de 1996, bajo el título Opus Dei, la Santa Mafia. Posteriormente, con la canonización de Escrivá de Balaguer en 2002, se realizó una importante actualización que no ha sido publicada, con el título El libro Camino, un diagnóstico de la Opus Dei, pero sí entregada privadamente a muchas personas. El doctor Rodrigo Borja incluyó una referencia al comentario en su Enciclopedia de la Política. Para ser publicado en Pan-Óptika, el comentario ha sido editado, actualizado y dividido en tres partes.