A propósito del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
por Modesto Ponce Maldonado
José María Escrivá de Balaguer —ahora llamado San Josemaría desde que fue canonizado en 2002 por Juan Pablo II—, fundador de la Opus Dei, escribió en 1939 Camino. Esta obra contiene 999 máximas o consejos.
El autor de esta nota no emitirá juicios de valor ni comentarios. Se limitará a reproducir textualmente las opiniones o afirmaciones del santo sobre el amor, el matrimonio y la mujer —que implica o debe implicar a la mujer como tal—, con la respectiva mención del número de la máxima. El mismo Escrivá aseguró haber recibido inspiración divina, de modo que sostuvo, antes de redactar las máximas, que “estas confidencias las escucha Dios”. Adicionalmente, un conteo por muestreo demuestra que se usa en el libro, que es relativamente pequeño, aproximadamente 700 veces la palabra “Dios” o su equivalente.
El lector sabrá interpretar el motivo por el cual Escrivá usa la mayúscula para referirse al “Amor” a Dios y se refiere en contadas ocasiones al “amor” humano. No usa en ningún momento el término sexualidad. Afirma que “no hay más amor que el Amor” (417), que “el Amor… ¡bien vale un amor!” (171). Aconseja que “no pongas tus amores aquí abajo…son amores egoístas… los que amas se apartarán de ti con miedo y asco” (678) al momento de la muerte. Y añade: “Tú, que por un amorcillo de la tierra has pasado por tantas bajezas” (165). Opina el santo que “Es bueno dar gloria a Dios, sin tomarse anticipos (mujer, hijos, honores…)” (779).
Considera al matrimonio como “santo”, como “carga”, ante el cual debe mediar el consejo del “director”, del “confesor” o “la lectura de un libro provechoso” (26). Al hablar de matrimonio no menciona los términos amor o sexualidad. Opina que “el matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo” (28). Y añade en la misma máxima: “así, como comer es una exigencia de cada individuo, engendrar es sólo exigencia de la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares”.
Cuando implícitamente se refiere a la sexualidad o a los sentidos, que incluyen a la mujer o a la pareja, por supuesto, usa estos términos: “lodazal”, “charca”, “inmundo”, “lujurioso”, “falsario”, “cruel”, “poco viril”, “podredumbre”, “impuro”, “miseria” (118 a 145), términos que los contrapone a “santa pureza” que no explica en qué consiste, aunque parece que lo relaciona con el “celibato sacerdotal” (71). Adicionalmente, debido al contexto, es fácil deducir a qué se refiere cuando escribe: “Cuando te acontezca lo que yo y Dios sabemos”, di muchas veces la oración del “leprosito” (142); o cuando ordena: “te prohíbo que pienses más en eso” (261). También se refiere a la “debilidad del salvaje que llevas adentro” (708). Todo el capítulo Corazón es revelador y llega a extremos infamantes: “goces, placeres sensuales, satisfacción de apetitos…, como una bestia, como un mulo, como un cerdo, como un gallo, como un toro…” (677). Advierte sobre los “derroches de ternura… “siete cerrojos” necesita el corazón, ya que “más de una vez quedó flotando… la nubecilla de una duda… ¿no habré ido demasiado lejos en misa manifestaciones exteriores de afecto?” (161, 188). “No me saquen las cosas de quicio… ¿a qué ese apego a las criaturas?” (157).
Respecto al tema del género femenino, en el Índice Alfabético que aparece al fin de Camino no se encuentra el término “mujer”, tampoco “varón” ni “matrimonio”. Tampoco “amor”, pero sí, incontables veces, “Amor de Dios”. Respecto al “cuerpo” sostiene que “prefiere tener un esclavo a serlo tuyo” (214). “Virgen santísima” aparece innumerables veces. Da la impresión que evita escribir la palabra “mujer” como tal, individualizándola, aunque sí lo hace conjuntamente con caballeros o varones. En la máxima 980 se refiere a la mujer “hermana en Jesucristo”, y en la 527 a la mujer que con “rico perfume unge la cabeza del Maestro”. En la 499 a “mujeres de su pueblo” (el de la Virgen María). Cuando nombra a la mujer lo hace después de mencionar al hombre (379), en situación de inferioridad (980), o en forma despectiva (156, 164, 165, 527), a no ser que se trate de la Santísima Virgen.
La máxima 946 es reveladora: “Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios (ellas no hace falta que sea sabias: basta que sean discretas), habéis de ser espirituales, muy unidos al Señor por la oración, etcétera…”. En forma directa, como persona humana, como compañera, esposa, pareja o amiga, no existe ninguna referencia, ¡ni la menor señal de igualdad de derechos con el hombre! No da importancia a la familia, ni al hogar y menos a la vida marital, cuando la humanidad normalmente vive con una “familia”. Camino es escrito en segunda persona y es obvio que está dirigido a los seres de género masculino. Escrivá sentía desprecio por el ser humano que se acrecentaba en el caso de la mujer. Los calificativos que endilga al ser humano serían materia de otra nota.
Finalmente, tenemos la máxima 385 que (¡al fin!) habla de la cita evangélica sobre el “amaos los unos a los otros”, que puede ser considerada la esencia del cristianismo y de todas las religiones tradicionales, aun más, la esencia de lo ético entendido como “respeto” hacia la otredad. El santo Josemaría Escrivá de Balaguer se limita a esta frase: “Yo no digo nada”. ¡No dice nada sobre el “amaos los unos a los otros”!
El autor de esta nota analizó el libro Camino hace algunos años, desde el punto de vista semántico y de análisis de mensajes o, en otras palabras, sobre los contenidos de las 999 sentencias. Si algún lector tiene interés en conocer el texto puede solicitarlo a modestoponcem@gmail.com.
Abril, 2022
Modesto gracias por la presentación de las ” maximas” de CAMINO. Así permites a los lectores conocer más de cerca la oprimen posición del Opus Dei y su falta de amor al Amor por no reconocer la maravilla del amor humano como ofrenda al Amor.