Equis,
JM Naranjo
No sé cuánto hace desde que sigo cada uno de tus pasos a través de mi ventana. Desde que mis desayunos coinciden con tu hora de salida cada mañana. No sé con exactitud cuántos renglones he interrumpido para custodiarte desde mi escritorio y dibujar, con la mirada hechizada en la poesía de tus pasos, tu trayecto cotidiano hasta aquella cafetería. No sé cuánto llevo así, de amante incógnito, pero te he bautizado infinitas veces en todos mis cuentos, imaginando mil principios y finales alternos para tus historias. Historias que tú no conoces, pero que deambulan por mi mente como epidemias indómitas.
Un día me descubres casualmente, me miras por primera vez. De pronto, dejas de ser la actriz o la protagonista sin nombre de mis cuentos y me miras, bajo el toldo, desde la terraza de aquel café. En tu rostro, lejano entre la neblina, descubro un esbozo de sonrisa incierta que me derrota y me obliga a bajar la mirada. Siento un ligero temblor.
Han pasado siete semanas desde que nos miramos. He dejado de escribir y tú ya no transitas por la calle de enfrente. Tampoco sales de tu casa por la mañana ni frecuentas la cafetería que tanto te gustaba. Te esfumaste. Preparo un café, enciendo un habano y empiezo a leer uno de aquellos cuentos que algún día inspiraste. Al terminarlo siento un impulso extraño y tengo el valor de bajar y cruzar la calle, esperando ver tu rostro entre la gente que pasa.
Desde entonces forma parte de mi rutina abandonar el escritorio en noches gélidas para sentarme en la cafetería y seguir contemplando tu ausencia en cada espacio vacante de mi libreta.
Una noche insólita, sentado en el café tras varios meses de páginas estériles, surge finalmente una línea imprevista en nombre de tu ausencia. Subo la mirada y descubro mi ventana: en la penumbra se dibuja tu silueta, el motor de mis renglones. Nos miramos con sosiego y lo comprendo todo. Estamos destinados a encontrarnos, pero siempre a través del cristal que desdobla los sueños, escribo.
Más artículos, relatos y versos de JM Naranjo en su blog: www.jmnaranjo.com
Maravilloso, me encantó el cierre.