Modesto Ponce Maldonado

Fue inesperado. Murió en Madrid, donde nació, el 11 de septiembre a causa de problemas pulmonares causados por el COVID. Tenía 71 años. Hubiera tenido casi otra vida para seguir escribiendo. En mi biblioteca cuento trece de sus obras, casi todas leídas en los últimos años, salvo la tercera parte de Tu rostro mañana (Veneno, sombra y adiós), Todas las almas, El Hombre sentimental, los cuentos de Cuando fui mortal y Tomás Nevison, que toma el título del nombre de un personaje de Berta Isla. Pronto estaré con esas páginas. Leerlas será un largo adiós a uno de los más grandes novelistas.

Miembro de la Real Academia Española de la Lengua y traductor de la famosa obra de Laurence Sterne, escrita entre 1750 y 1767, La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, el equivalente inglés de El Quijote, Marías fue considerado como el sexto escritor en lengua española del selecto grupo de sello Penguin, conjuntamente con Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda y Octavio Paz. Fue profesor de Literatura en los EE.UU., en la Universidad de Oxford y en la Complutense de Madrid. Sus obras han sido traducidas a 40 idiomas y publicadas en 50 países. Como republicano tuvo problemas políticos serios. Fue polémico, polemista y temperamental. Recomiendo informarse sobre su trayectoria en el internet.

Maestro indiscutible en el manejo del lenguaje, artífice de estructuras novelescas impecables, de argumentos y tramas de fecunda imaginación, creador de personajes fuertes, definidos y hondamente humanos. Las horas que pasé junto a sus novelas forman parte de ese pequeño gran mundo que he creado y renovado a través de la literatura, y que, a más de lo que me ha correspondido vivir, estructuraron mi forma de ser y de ver el mundo. Con una inclinación completa hacia la novela, Marías ha escrito también cuentos. No los he leído aún. En la reproducción de una entrevista por televisión vista de casualidad en estos días, opinó lo siguiente: en el caso de las novelas, que son extensas (o muy extensas), es difícil que el autor quede totalmente satisfecho; pero en el caso de los cuentos sí existe la posibilidad se sentirse bien. En otras palabras, y usa Marías esos términos, ante un cuento se puede sentir “plenitud: ¡eso es lo que quería hacer!”. En la ficción novelesca no sería factible. Tiene razón. Sabido es que el cuento es exigente e implacable.

No puedo olvidar la primera novela conocida: Corazón tan blanco (1992). El tema, tan frecuente en el autor, son las relaciones de pareja. El tratamiento técnico al “dúo” autor-narrador es muy interesante. Se trata de una obra algo nihilista: la vida depende de detalles, de casualidades. Novela también que toca el olvido: lo nuevo tapa lo viejo. “Los minutos que van llegando —escribe— no sustituyen sólo, sino que niegan a los que se fueron”. Recomienda no “acelerar” el olvido: “unas cosas van tapando a las otras”.  Después llegó una novela escrita en 1983: El siglo. Es la cercanía de la muerte de un solitario muy rico ante impacientes herederos que esperan. Lo maravilloso de esta obra es la historia de un país y, ante todo, de una ciudad que no es otra que Lisboa que sobrepasa aun a las mismas páginas. Inolvidable la descripción de la iglesia Sao Vicente de Fora.

Luego Mañana en la batalla piensa en mí (1994), que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos. Escenario de un insólito argumento, en algún momento están un hombre, una mujer casi desconocida que muere antes de haber sido su amante, un niño pequeño, un marido ausente. Vida, amor y muerte que se encuentran insólitamente. Viene Negra espalda del tiempo (1998). La recuerdo como una intromisión del autor y de su vida en la literatura, entre las fronteras de la realidad y la ficción. Fue calificada como una obra crucial para entender a Marías.

Pasado el siglo conocí los dos primeros tomos de Tu rostro mañana, novela de 1500 páginas que tuvo que ser editada en tres libros. Leí el primero, Fiebre y lanza. He anotado que el estilo y la forma de contar han dado un salto. Inevitable y necesario: cada tiempo tiene lo suyo y cada novela necesita su propio lenguaje, aunque el que la escriba sea la misma persona. Hay ciertos párrafos que me recordaron en alguna forma la prosa de Saramago. El segundo tomo, Baile y sueño, sigue en el mismo ambiente de los servicios secretos y del M19. Las ambigüedades, misterios, ocultamientos, la existencia de vidas dobles y secretas, las exigencias del medio que pueden conducir, sin posibilidad, de volverse atrás, y que pueden convertirse en cuestiones rutinarias. El primer capítulo es una introducción impresionante a la obra. Desde la mitad, la acción de la novela es casi nula, pero los comentarios y descripciones abundan a través de un despliegue literario exuberante. El autor cuenta todo sin contar nada. ¡Magistral! Pasadas las dos terceras partes de la novela, existe un capítulo que se inicia con la referencia a la guerra española. Asombra la descripción de los personajes. Sin embargo, como en toda gran novela, hay una multitud de ríos subterráneos que corren debajo de las palabras. Son los ríos de la vida, las corrientes internas de los seres humanos, la complejidad descomunal de las situaciones humanas. Allí nos encontramos todos. Vendrá en algún momento el tercer tomo de Tu rostro mañana: Veneno, sombra y adiós.

En 2011 aparecen Los enamoramientos, Premio Literario Europeo de ese año. He pensado que podría ser la novela sobre las posibilidades, salvo la de la muerte que es certeza, aunque el cuándo y el cómo caen en el campo de las peripecias. Novela también sobre el amor y la muerte: todo se reduce a eso finalmente. Obra que contiene diálogos entre los personajes que jamás se realizaron, monólogos internos, multiplicidad de narradores. ¿Qué sucede realmente en la novela? Nada: son meras posibilidades. No importa lo que no se puede cambiar. Los muertos tampoco porque no existen. El texto es lento, apretado, pero preciso. Me quedó la impresión de que no se describe nada. En 2014 tuvimos Así empieza lo malo. La novela comienza en 1980, cinco años después de la muerte de Franco, y termina en 1991. Nuevamente el amor, la pareja, el matrimonio, de un matrimonio en especial: “una larga e indisoluble desdicha”. Fue considerado como “el libro del año” por la revista Babelia. A pesar de que la obra está situada en el postfranquismo, con fuertes rasgos de lo que sucedió antes, y sin ser una novela de amor, “trata de la desdicha del matrimonio protagonista”, como también sobre “la impunidad y la arbitrariedad del perdón”, según se ha comentado.

Para J.M. Coetze, Javier Marías debía ser un “firme candidato al Nobel”. Para S. Rushdie, “un gran escritor”. “Un escritor maravilloso” para J. Banville. “Es uno de esos raros y preciosos seres, un simple novelista que ama las historias intrigado por el mal” para The New York Times Book. “Hechizante, evoca a creadores de acertijos como Borges … como jugadas de ajedrez, traen a la mente al gran maestro estratega del siglo XX” para V. Nabokov. “Nadie desde Henry James ha utilizado la frase con tanta eficacia para explorar el funcionamiento de la psicología humana” para New Statesman.

Anoche comencé a leer El hombre sentimental…

Octubre, 2022