Modesto Ponce Maldonado
El presente artículo reproduce textualmente y comenta las expresiones de José María Escrivá de Balaguer, autor del libro “Camino”. Para quienes deseen verificarlas, se incluyen los números de las máximas, de las 999 que constan en la obra. Como es sabido, Escrivá fue santificado por Juan Pablo II.
DESPRECIO AL SER HUMANO
La obra usa no menos de cien calificativos diferentes, denigrantes, insultantes al ser humano, tales como sucio, cobarde, inútil, bestia, despreciable, basura, mujerzuela, egoísta, niñoide, cuco, soplón, miserable, indigno, pelele, falsario, cruel, bajo, inicuo, podrido, vago, pervertido, maldito, carroña, inmundo, sacrílego, mediocre, oliscón, chabacano, perro faldero, calculador, falsario, ridículo, necio, pícaro, torpe, etcétera. El capítulo “Humildad” (589 a 613) repugna al sentido común. Se usan los términos “depósito de basura”, “cacharro de los desperdicios”, deberías estar “de continuo con la boca en tierra (…) como un gusano sucio, feo y despreciable”.
CONCEPTOS SOBRE EL AMOR Y EL MATRIMONIO
Su actitud ante el amor es muy curiosa. Escribe con mayúsculas el “Amor” a Dios, y muy pocas ocasiones se refiere al “amor” humano. El fenómeno amoroso es el mismo en esencia para todos los objetos amados, pero Escrivá dice: “No hay más amor que el Amor” (417). “El Amor… ¡bien vale un amor!” (171). “No pongas tus amores aquí abajo (…) son amores egoístas (…) los que amas se apartarán de ti con miedo y asco” (678) al momento de la muerte. “Tú, que por un amorcillo de la tierra has pasado por tantas bajezas” (165). No es necesario mencionar que se refiere a la familia, a nuestros seres más íntimos y entrañables.
Para él, el matrimonio es “santo”, es “carga”, y debe mediar el consejo del “director”, del “confesor” o “la lectura de un libro provechoso” (26). Ni siquiera menciona al mismo amor y a la sexualidad que son los pilares de la institución. “El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo” (28). Y añade algo inaceptable, degradante y torpe: “Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia sólo de la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares”. Para Escrivá engendrar es un acto instintivo y animal, en el cual la “especie” prima sobre el “individuo”. Nos ha convertido en mamíferos vivíparos. Nada más inhumano.
Escrivá considera el acto de amor más maravilloso entre los seres humano en una expresión de animalidad reproductiva e instintiva, como un simple mecanismo para mantener la especie. Nada más alejado de las más elementales normas de la psicología y de la experiencia individual e histórica. ¿En qué quedan nuestras familias y nuestras madres, esposas e hijas? Solamente un enfermo moral o un loco con serios problemas emocionales puede sostener opiniones semejantes, contradiciendo a lo que la cultura y las religiones consideran al matrimonio o a las uniones estables. Su repugnancia hacia la sexualidad y su desprecio a la mujer son reconocibles a través de sus propias palabras.
SOBRE LA SEXUALIDAD
Escrivá no usa las palabras “sexualidad” o “sexo”. Las evita, no las reconoce. Y cuando implícitamente se refiere a sexo y, en general, a los sentidos, usa estos términos: lodazal, charca, inmundo, lujurioso, falsario, cruel, poco viril, podredumbre, impuro, miseria (118 a 145), en contraposición a “santa pureza” que nadie sabe lo que quiere decir para el santo, aunque la relaciona con la “pureza” del celibato sacerdotal (71). El celibato (aun si fuere observado en la práctica) en sí no es ni puro ni impuro. Es una opción. El Concilio Vaticano II no lo consideró un estado superior. No cabe duda de que el sexo es algo impuro para Escrivá. Lo sensual y la “carne” le son aborrecibles. Es tan insinuante y torcido que escribe: “Cuando te acontezca lo que yo y Dios sabemos”, di muchas veces la oración del “leprosito”. También: “Te prohíbo que pienses más eso” (261). ¿A qué se refiere? También habla de la “debilidad del salvaje que llevas adentro” (708).
Según los psicoanalistas, la represión sexual es una de las bases del autoritarismo. El origen del odio a lo sexual por parte de Escrivá posiblemente tuvo condimentos íntimos muy profundos y definitivamente inconfesables. Nunca se conocerán las particularidades sexuales de un individuo como él ni que le ocurrió en su vida. Sin duda, allí hay de todo… En general, casi no hay información sobre su infancia o adolescencia, ni sobre su ambiente familiar. Escrivá desconoce que la sexualidad es una potencia básicamente espiritual o psíquica que hace que nos relacionemos los unos con los otros. La sexualidad es además un camino hacia la propia individualización, un medio para reconocerse en el otro y reconocer al otro. Todo el capítulo “Corazón” del librito es revelador y llega a extremos infamantes: “Goces, placeres sensuales, satisfacción de apetitos (…) como una bestia, como un mulo, como un cerdo, como un gallo, como un toro…” (677). Los comentarios los dejo a los lectores, entre los cuales espero que haya un psiquiatra. En caso de duda, insisto, puede consultarse la obra.
SOBRE LA TERNURA Y AMISTAD
¿Qué piensa este santo de la ternura? Ternura es acariciar a un niño, abrazar a los padres o a un amigo, besar a una hija, hacer el amor, abrazar y besar a la novia, apretar una mano, pero él advierte sobre los “derroches de ternura”. ¡Caridad sí, no ternura!, proclama. “Siete cerrojos” necesita el corazón, ya que “más de una vez quedó flotando (…) la nubecilla de la duda (…) ¿no habré ido demasiado lejos en mis manifestaciones exteriores de afecto?” (161, 188). “No me saques las cosas de quicio (…) ¿a qué ese apego a las criaturas?” (157). Cuando utiliza la palabra “prójimo” silencia el sentido del término o lo usa solo referencialmente (8 y 20). Al hablar de la amistad, uno de los sentimientos más hermosos del ser humano, advierte: “aunque los amigos a veces traicionan” (88). ¡Nadie se casa para divorciarse ni hace amigos para traicionarse!
ACTITUD ANTE LOS DRAMAS HUMANOS
No existen referencias a los grandes problemas de la humanidad: desigualdad, miseria, injusticia, hambre, enfermedades, daños ecológicos, falta de solidaridad, odio, armamentismo, etcétera. No hay una sola mención a los derechos humanos. Al contrario, Escrivá pregunta: “¿No crees que la igualdad, tal como la entienden, es sinónimo de injusticia?” (46), pero no explica qué significa “tal como le entienden”. Carece de una actitud ante la justicia social. Se limita a hacer una exclamación negativa: “¡Cuántos crímenes se cometen a nombre de la justicia!” (400). Justifica la guerra: “La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz es la consecuencia de la victoria” (308), aunque lo asimila a la “lucha interior”, que sería una verdadera “táctica militar”. “La guerra tiene una finalidad sobrenatural… La guerra es el obstáculo máximo del camino fácil. Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe amar a sus disciplinas” (311). La Opus nació y se desarrolló bajo el franquismo después de la guerra civil española. No en vano emplea, por lo menos diez veces, el término “caudillo”.
Constantemente habla de los “enemigos”, sin especificarlos ni identificarlos claramente: “sembradores impuros del odio” (1), “el infame” (6), “perros que te ladren” (14), “enemigos de Dios” (35), “instrumento traidor del enemigo” (49), “demonio” (149), “tú mismo” (225), “tu cuerpo es tu enemigo” (227), “actividades diabólicas” (750), “malditas sociedades secretas” (833) “servir de altavoz al enemigo” (836). Cree que “los tesoros del hombre en la tierra (…) para que no los desprecies”, son: “hambre, sed, calor, frío, dolor, deshonra, pobreza, soledad, traición, calumnia, cárcel…” (194). Nada de eso le importa al ahora santo: “sólo hay un mal que habrás de temer y evitar con la gracia divina: el pecado” (386), que por cierto tampoco lo define. Según Escrivá los infelices que mueren de hambre en África, los desnutridos de América Latina y las víctimas de la violencia y de la represión, son “tesoros del hombre en la tierra”. Al contrario, Escrivá critica a quienes comen demasiado y ni siquiera menciona a los miserables del mundo que son la mayoría o a los millones de niños que anualmente mueren (38, 126, 680). No se lo ve muy delgado al santo en las fotografías.
A propósito, ¿conoce usted, lector, a un miembro de la Opus Dei que “atesore” estas maravillas? Por supuesto que no. Basta leer la máxima 63 para comprobar que esos “tesoros” son muy diferentes. En esta máxima la Opus está pintada de cuerpo entero: sus clientes más apetecidos están en las clases altas y adineradas y, en todo caso, bien preparadas y capaces, asunto que en sí no es criticable, si no excluyeran de hecho a obreros, trabajadores, al pueblo llano en suma. Nunca se ha visto a un cura de la Opus con los pobres, en un barrio marginal, con los indígenas o denunciando injusticias o atropellos. El espectáculo montado para la canonización costó un millón de euros.
El mensaje político-partidista también está presente: ¡para Escrivá la derecha es buena y la izquierda es mala! (838). ¡Sin definirlas y sin ningún análisis! ¡Llega a sostener la estupidez de que la ciencia debe defender “en todos los terrenos” a la Fe y a la Iglesia (338)! Escrivá ha propuesto retroceder al siglo XVII, cuando Galileo fue condenado por hereje al sostener que la tierra giraba alrededor del sol, como fue estigmatizado también Giordano Bruno. Entre los siglos XV y XVII no había diferencia entre medicina y religión (los enfermos o anormales eran seres dominados por el demonio) y tampoco entre ciencia y fe.
¿ESCRIVÁ AL DESNUDO?
Resulta muy curiosa, digna de un estudio psicoanalítico profesional, la reiterativa y persistente mención que hace a la “virilidad” o a la calidad de “varón”, en el sentido de “masculinidad” (888, 883, 877, 615, 574, 216, 144, 51, 50). Una muestra está en la máxima 124: “Entre los lujuriosos dominan los tímidos, egoístas, falsarios y crueles, que son características de poca virilidad”. El lujurioso no sería viril. ¿Quién entiende? Quien no es como él propone, “no es varón”. Lo contrario de ser varón serían “los meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo” (3) o ser “curioso, preguntón, oliscón, ventanero”. “¿No te da vergüenza ser, hasta en los defectos, tan poco varón?”. ¿Diríamos esto a nuestros hijos? “Sé recio, sé viril, sé hombre, y después… sé ángel” (22). ¿No sería mejor ser solamente hombres? ¿Jesús qué fue: ¿ángel, “varón” u hombre? ¿Un homosexual qué es: ¿ángel, “varón” o simplemente hombre? ¿Qué es un desamparado, un mendigo, un obrero que ha perdido el trabajo? ¿Y las mujeres? ¿Están excluidas, siendo generalmente más valerosas que nosotros, del equivalente a esa cualidad “masculina”?
Un dato curioso: tanto en la máxima 164 como en la 877 relaciona “virilidad” con “normalidad”. El término “varonil” está en muchas páginas de “Camino”, pero no dice absolutamente nada sobre qué entiende por “anormalidad”. El hombre “no varonil” sería el afeminado. ¿Cuál sería el “anormal”? ¿Por qué le preocupa tanto? ¿Por qué es tan reiterativo e insistente? Tan confuso, sobre todo… ¿Por qué insulta al varón con términos aplicables al sexo femenino? No hay duda de que el varón que él consideraba “afeminado” le afectaba en alguna forma. ¿Por qué? ¿Qué escondía? ¿Cómo hubiera reaccionado Escrivá al considerar a una pareja que se ama, al momento de hacer el amor, con toda la pasión, la ternura, la intimidad y la entrega que el acto amoroso contiene, gozando mutuamente de sus cuerpos y entregándose las “almas” (si es que existen) y sus seres totales, profundos, con todas las posibilidades de placer que esos mismos cuerpos permiten (creados por Dios y hechos a su semejanza, según se ha dicho)?
Escrivá fue un machista consumado, un misógamo, pero, sobre todo, un individuo de estructura ambigua y soterrada, aunque tremendamente hábil y carismático, con gran talento y preparación. Compró o rehabilitó para sí el título nobiliario de Marqués de Peralta, a pesar de que se decía de sí mismo: “no tengo nada, no valgo nada, no puedo nada, no soy nada”, y a pesar también del culto a la personalidad que la Opus Dei mantiene hacia su fundador.
Septiembre, 2022
Modesto: bien. Muy bien. Comentario sesudo, contundente.
El Profesor Angel Gómez Moreno publicó en la Revista Archiletras Científica un artículo estableciendo coincidencias muy claras entre Camino y “El Alma Victoriosa de la Pasión Dominante …..” -Manualito de Tema Ascético y Devoción, como lo llama su autor el Jesuita Francisco Javier Hernández (1714-1763) publicado en Valencia en 1758. Este “manualito” edición de 1766 ? está disponible en versión digital en la Biblioteca Valenciana Digital: “el alma victoriosa de la pasión dominante…….”: https:bivaldi.gva.es/es/consulta/registro.cmd?id=3293.
Luis Cano, probablemente numerario pero en todo caso cercano a la Opus, publica una réplica furibunda al más puro estilo de Escrivá a la publicación del Profesor Gómez Moreno, que también la tienes en la red. Ojalá te sirvan estos datos, si no los tienes, para que continúes en la investigación y comentarios al “Camino” que luego de la última intervención del Papa Francisco, eliminando la categoría única de Prelatura Personal? de la Opus, entiendo que pasará esa “voz e instrucciones del “Padre”, como llaman al santo hecho a velocidad superhipersónica, a ser solamente un librito de ???
Recibe mi abrazo.